viernes, 29 de noviembre de 2013

¡Hola hormigas!

Primeramente, querría disculpar mi tardanza. Estas semanas ha estado mi abuelo hospitalizado y, muy a mi pesar,  no me he podido volcar todo lo que hubiese querido con el blog.

Aunque estas semanas hayan sido complicadas, en ellas he encontrado el verdadero significado de la palabra ‘amor’. No hablo del amor cursi, empalagoso ni impuro que muchos nos quieren vender mediante muchas redes sociales (con textos interminables que consisten en unos constantes vómitos de arco iris). No. Hablo de aquel amor que ha perdurado durante cincuenta y dos años y que aún sigue.

El caso es que me siento afortunada, realmente afortunada, ya que mis abuelos poseen ese tipo de amor. Creo que siempre he sabido que se quieren mucho, pero hasta esta última semana no me he dado cuenta de lo mucho que depende el uno del otro. He sido testigo de las lágrimas que provoca el nerviosismo de la espera a respuestas, de las cálidas caricias en un rostro cansado, de la persistente seguridad de bienestar del otro y la permanente y cansada presencia a su lado, en una butaca poco cómoda. Eso es una indiscutible prueba de amor, después de cincuenta y dos años de convivencia.

Un término que va ligado al amor, es la ‘unidad familiar’. Sé que puedo vivir totalmente tranquila sabiendo que si algún día me encuentro en una semejante situación (estoy tocando madera) mis familiares y demás seres queridos van a estar allí, a mi lado. No sé si está bien o mal presumir de esto, ya que también soy consciente de que no todo el mundo lo tiene a su alcance, pero yo como lo tengo, lo valoro y me siento orgullosa de todos ellos, no he encontrado mejor forma para compartirlo con todas vosotras.

Muchos besos y feliz viernes, hormigas.




PD: Agradecer la dedicación de esa persona, que es una hija de ensueño, una hermana ejemplar y una madre espectacular. Gracias mamá.

2 comentarios:

  1. ¡Me encanta! ¡Mucho ánimo Pepi, sabes que para lo que sea estoy ahí! <3

    ResponderEliminar